divendres, 6 de març del 2009

Pujols i House, dos monstres de l'enginy

Pujols era un poeta i crític il·luminat, que es feu famós en afirmar que arribaria un dia en què els catalans aniríem pel món sense haver de pagar. De moment, no està sent gaire profètic. Gregory House és un metge amb una gran dosi de sarcasme i mala llet. Un és l'elegància, l'altra l'arrogància. Els dos són l'enginy.

ANÈCDOTES DE FRANCESC PUJOLS

Al jardí de l’Ateneu, Francesc Pujols contempla filosòficament la laboriosa manera de caminar d’una tortuga, i resumint les seves cavil•lacions exclama:
—Avui ja no se’n fan, de coses així...
.
Pujols va ser sempre un home de cortesia extremada. Un dia es comentava davant seu la profunda veritat continguda en la frase llatina "In vino veritas". Cada persona, deia un interlocutor, es comporta com qui realment és després d’haver begut generosament.
—Exacte –observà Pujols–, jo sempre sóc amable amb tothom, però a partir de dues o tres copes ja em torno reverencial.
.
A l’època d’aquella famosa "penya de l’Ateneu" es parlava dels sous fabulosos dels artistes. Un dels contertulians va dir, referint-se a un dels actors còmics més famosos del moment:
—Buster Keaton deu guanyar més que un ministre.
—I no fa riure tant... –va respondre un impertorbable Pujols
.
Pujols va convidar a dinar don Emili Tintoré, crític teatral. El senyor Tintoré, que era fi i esquelètic com un insecte delicat, li va dir:
—No vull plantejar-li problemes, perquè sóc vegetarià.
—No es preocupi... Ja matarem un bròquil.
.
Explicaven a Pujols les enormes dificultats que passava un dels seus amics per poder anar vivint i guanyar-se mitjanament la vida.
—Pobre noi –va dir Pujols–, una cosa tan trista com la vida, i que a més a més se l’hagi de guanyar...
.
Quan va escriure el llibre sobre la "Hiparxiologia" de Pujols, Josep Pla va estar una temporada a Martorell. En aquella època –ens referim a la tercera dècada del segle [XX]– Martorell es trobava sota l’acció d’una plaga de mosques. Pla afirmava que viure a Martorell hauria estat una delícia si no l’haguessin foragitat les mosques. Doncs bé, segons sembla la única cosa on no hi havia mosques era la d’en Pujols. Un veí seu, obsessionat, li va preguntar:
—Com diable us les arregleu per no tenir ni una mosca mentre que casa meva n’està materialment envaïda?
Pujols s’hi va acostar, adoptant el seu millor aire de conspirador, i li va xiuxiuejar:
—A vostè ja podem desvetllar-li el secret, ja que és un veí.
I, acostant-se encara més, li va deixar anar confidencialment a l’oïda:
—les matem.
.
A l’Ateneu Barcelonès, un astrònom afirmava que el món s’acabaria dins de dos-cents disset milions d’anys. En sentir això, Pujols, vivament inquiet, va inquirir:
—Com ha dit? D’aquí a quants milions d’anys?
—Dos-cents disset milions –va refermar el savi.
Pujols va fer un gest de profund alleujament i va dir:
—Quina por que m’ha fet passar! Havia entès disset milions


FRASES CÈLEBRES DE GREGORY HOUSE

Cameron: ¿Por qué me contrataste?
House: Te contraté porque eres extremadamente bonita.
Cameron: ¿Me contrató para acostarse conmigo?
House: No puedo creer que eso te sorprenda, y no fue lo que dije...
House: Te contraté porque luces bien.
[...]
Cameron: Trabajé muy duro para llegar adonde estoy
House: Pero no tenías que hacerlo
House: La gente elige el camino que le da la mayor recompensa por el menor esfuerzo, es una ley natural, y tú la desafiaste. Por eso te contraté

House: Tiene un parásito.
Paciente: ¿Como la solitaria o algo así? ¿Puede quitármelo?
House: Hasta dentro de un mes sí. Después es ilegal. Bueno, en un par de estados no.
Paciente: ¿Ilegal?
House: Tranquila. Muchas mujeres se encariñan con estos parásitos. Les ponen nombres, les compran ropita y los llevan al parque a jugar con otros parásitos... Mire, tiene sus ojos...

A una monja: “Seguro que tienes mucha fe en Dios, pero a que miras a los lados al cruzar la calle...”

A la directora de l’ hospital: Bonito traje, dice soy profesional sin dejar de ser mujer. Lo segundo lo dice a gritos.

* (House a una residente que le dice que está leyendo un cómic mientras habla con ella) "Y tú estás enseñando las tetas con ese top tan escotado. Oh perdona, creí que era un concurso de obviedades, soy muy competitivo."

(Wilson dice a House que deje las pastillas porque él mismo ha reconocido que está enganchado)"He dicho que soy adicto, no que tenga un problema"

1. (La directora del hospital dice a House que quiere que se ponga una bata) Y yo quiero estar dos días metiendo con alguien obscenamente más joven que tú.

2. (Discutiendo con Cameron sobre un paciente) "Ponle inmunoglobina ya. Si mejora gano yo; si muere, tú".

3. "¿Saben cómo sé que el nuevo inhibidor es bueno? Porque el viejo lo era. Este viene a ser igual pero más caro... Mucho más caro. Otro ejemplo de genio empresarial. Cuando la patente de su producto va a expirar hace que sus chicos lo alteren un poco y lo vuelve a patentar... Eso no sólo es una pastilla nueva, sino millones y millones de dólares. Y eso es bueno para todos, ¿no? Los pacientes... Pfff, ¿qué más da? Están enfermos. A Dios nunca le cayeron muy bien... Así que a todas las personas sanas de la sala les pido un aplauso para Ed Voggler"


4. (House brinda con el marido de Stacy, su ex mujer): "¡Por las mujeres! No se puede vivir con ellas. Ni matarlas y decir que se han ido de 'strippers' a Atlantic City".

6. (House le dice a Wilson que Mark se muere y éste dice "lo siento") "Yo me alegro. Es mi paciente, y seguro que es un hombre estupendo, al parecer es mucho mejor que yo, y sin embargo una parte de mi quiere que muera. Lo que no sé es si es para volver con ella... o para que se joda y sufra".


7. (House lleva al hospital a un condenado a muerte para ocuparse de su dolencia): "Tengo que dejarlo nuevecito para que el Estado se lo mate, ¿soy yo o a alguien más le parece una ironía?".


8. (House habla por teléfono con su madre y Cameron le pregunta quién era): "Angelina Jolie. Yo la llamo mamá, eso la excita".


9. (House, tras ver el expediente de un paciente que acaba de ingresar): ¿Usted es Taddy? Me encanta el nombre, si alguna vez tengo un perro…


10. (Stacy y House discuten sobre unos trámites que tienen que hacer): ¿Sabes? "Nuestra relación iba mejor cuando nos acostábamos juntos ¿por qué dejamos de hacerlo, por tu marido?".


11. (House está en casa de Stacy ayudándole a fregar los platos cuando de repente entra el marido y pregunta qué está pasando): "¡No es lo que parece! Parece que estamos lavando los platos pero en realidad estamos teniendo sexo".


12. (Foreman pregunta a House si ha leído la historia de un paciente): "La empecé, pero los personajes me parecían muy bidimensionales".


13. (Wilson recrimina a House por colarse en el despacho del psiquiatra de Stacy, y le dice que a Nixon lo procesaron por eso): "¿Me estás diciendo que tampoco puedo practicar el sexo oral con las alumnas?".


14. (House ha descubierto una infección en una paciente): "Me encanta el olor a pus por la mañana. ¡Huele a victoria!".


15. (Stacy a House en el hotel): "Eres como el curry. Eres ácido e irritable y aunque te encante el curry, si comes mucho te acabas quemando el estómago y pasas una temporada sin comerlo. Pero un día te despiertas y piensas: Dios como echo de menos el curry".

Sobre una noia que acaben descobrint que és noi:

Cuddy: "¿Tu paciente ya está en psicología?"
House: "Sí, la paciento está mejorando bastante"
Cuddy: "House, no creo que llamarla paciento la ayude mucho"
House: "Bueno, pues el pacienta está mejorando bastante"

(House irrumpe en el despacho de Cuddy con el padre de Foreman, que es negro, y ella exclama ¡Qué es esto!): "No es qué, es quién. Ya tienen derecho al voto".
(Los médicos le cuentan a House el caso de un paciente que habla con Dios): "Si hablas con Dios eres religioso. Si Dios habla contigo, eres psicótico".
(Los médicos le dicen que para hacer una colonoscopia hay que sedar al paciente): "¿Por qué, por el dolor?"

(Chase está tratando de conquistar a una chica en una fiesta del hospital y le interrumpe House)
House:"¿cómo va la fisura en el ano, está mejor o aún supura? Huy, perdón, no creí que hubiera vuelto a las andadas... Pensé que después de la chica de las escaleras era suficiente por hoy... (Mirando a la chica con la que intenta ligar Chase) Sin manzana de Adán, manos pequeñas... no hay sorpresas está vez"
(Cuando la chica se ha ido)
House: "Tengo un caso"
Chase: "Lo hubieras dicho,no tenía que fastidiarme"
House: "Te habrías tirado la noche pensando que podías echar un polvo y no hubieras atendido"

(House ha tenido a Wilson horas esperando en la puerta de casa haciéndole creer que estaba con una mujer y al entrar ve que está solo): "Necesito mucha estimulación. Yo no me masturbo, me hago el amor. "

(Wilson está viendo la tele y le pregunta por qué se ha abonado toda la temporada a un programa de bricolaje): "Ver a ese hombre manejar sierras y herramientas: más suspense imposible".

El dia de la sinceritat

Com viuríem un sol dia si sentíssim l’imperiosa necessitat de dir sempre la veritat? Què diria el tímid? Com actuaria l’arrogant? Què pensaríem unes persones de les altres? Com ens ho faríem si les paraules no servissin de fàcils comodins, sempre disposats a rescatar-nos i permetre’ns interpretar allò que fa de millor sentir? Quin seria el sentit de tot plegat sinó poguéssim distorsionar les nostres vides? Què seria de nosaltres si cada paraula que sentim fos condemnada a fer-se entendre?
Sort que l’ incomprensió mana, i en l’aparador de la vida, podem elegir quina roba posar-nos. Mentre podem mentir, encara quedarà l’esperança. Mentre podem interpretar, hi haurà lloc per les il•lusions. Si, a més, ens atrevim a ser autèntics, el paradís esperarà la nostra arribada.
-----------------------------------------

Quan dos amics íntims es troben al bar per fer-la garlar una estona, un l’hi diu a l’altre. “No saps com m’agradaria arribar a treure’m les oposicions per ser forestal. És el meu somni”.

A la taula del costat, una parella no es cansa de regalar-se saliva. La dolça guerra d’anguiles és per a ells tan eterna com Roma. Però finalment els dos ocellets es separen, i el noi li diu a ella: “Avui he somiat amb tu. Erets més preciosa que mai!” Encara que sap que és mentida, a la noia l’hi encanta que l’enganyin així.

Vora els dos encaramel•lats, repenjant-se a la barra, un home de mitjana edat està mirant la televisió. Hi surt un jugador de bàsquet alçant l’anell de campions de lliga americana. Està especialment content, doncs ell ha estat nomenat el millor jugador de les sèries finals. Fent el senyal de victòria amb els dits, diu a la càmera: “Des dels set anys que volia endur-me aquest anell. Avui el meu somni s’ha fet realitat”.

-----------------------------------------------------

En el sentit més literal, els somnis són imaginacions nebuloses, gairebé sempre difuses i poc coherents, que la nostra ment relaxada ens ofereix mentre estem adormits. Parlen de nosaltres mateixos, si bé no necessàriament fidelment. Sovint es limiten a mostrar-nos una perspectiva de les esperances i preocupacions que ens motiven.
Per això fora absurd adjudicar-los-hi més rellevància de la que realment tenen. Seria infantil flagel•lar-nos perquè hem somiat coses en què creiem oposar-nos fermament. Encara que els somnis són nostres, nosaltres no som els somnis. Cadascú d’ells només és una persona de les múltiples que han llogat la nostra ment.

Resulta curiós que fem servir la paraula “somni” per denominar els nostres objectius a la vida. Doncs cada somni és només una parcel•la de la gran terrassa que tenim. Per altra banda, tampoc ens hauria d’estranyar que manipulem el missatge. Seria gairebé ofensiu reduir-lo sempre a la literalitat dels mots. A part de ser pràcticament impossible, perdria en expressivitat.

Potser perquè som més astuts del què pensem, hem decidit comunicar-nos mitjançant metàfores. És la millor manera, i potser l’única, de crear una sensació de comprensió. Si les paraules fossin tan nítides com els números, aviat estaríem tots esbarallant-nos, discutint apassionadament, o jugant directament amb objectes punxants.
Ballar en les metàfores ens permet endinsar-nos en els matisos, posseir un grau d’interpretació. Davant una mateixa frase, dues persones estan d’acord perquè creuen haver interpretat el mateix.

Quan l’ Irene li diu a l’Andreu: “T’estimo!”
I l’Andreu a l’ Irene: “Jo també, reietó”.

Com deia Baiktin, les paraules no signifiquen res. És impossible definir-les. Cap diccionari podrà recollir el què transmeten. Perquè és impossible recollir les interpretacions. Per tant, les manipulem a lliure conveniència. Sabem que estem condemnats al malentès.
Allà on l’ imaginació superi la raó (o sigui, arreu), l’ ambigüitat subjugarà la definició. Les “ànimes bessones” són una invenció gairebé sempre novel•lesca.. Creiem que ens entenem quan, veritablement, només a assumim com a compartida la nostra interpretació personal.

Potser l’ Andreu, segons els tòpics moderns, està pensant en aquesta paraula malgastada com la clau més ràpida per arribar fins als llençols del seu llit. En canvi, i seguint amb els tòpics, l’ Irene ja deu pensar amb els grams de coca gratuïta que, gràcies a l’Andreu, es polirà. `

Diuen els puristes, que l’objectiu de tota persona és assolir una unitat. Hi estic d’acord, però sense ser purista. Doncs quan ells parlen d’unitat, també pensen en “una identitat”. A mi m’agrada pensar que podem ser una sola persona, molt a gust amb sí mateixa, sense renunciar a tot tipus de caràcters. La catatímia és l’únic antídot contra la merda encallada al nostre cervell. Només la catatímia ens porta fins els esferes més elevades...

És l’única manera per alleugerir la cordialitat a la qual estem reduïts. Per frenar la roda que ens obliga a seguir mentir per sobreviure. Alguns ho fem activament, inclòs sense necessitat; altres ho fan passivament, per omissió (deixant de criticar als qui tant detesten)

Per això hauríem d’inventar “el dia de la sinceritat”. La cordialitat estereotipa els pensaments, els clarifica alhora que els envernissa d'hipocresia. Ens deixa sense capacitat d'interpretar (de fer veure que ens comprenem...) Ens priva d'una dels grans jocs i meravelles de l'existència humana!!!
Fa temps que n’estic convençut. Hem de superar-la. Necessitem un sol matí en què ningú pogués dir (o deixar de dir) el què pensa sobre els demés. Llavors tot seria soroll, molt soroll, moltíssim soroll..., i un gran silenci. Un silenci beatífic. Una magnífica catarsi col•lectiva.
Segurament, aprendríem que som molt més propers del què imaginavem. Crec que els possibles insults ens aproparien més que no pas allunyar-nos. Malgrat això, també penso que l'endemà tots feríem veure que "El dia de la sinceritat" no vam sortir de casa.

dimarts, 3 de març del 2009

0 de Març del 2009

“Aquesta obra no té ni esperit, ni passió; ben just serveix per fer-ne foc d’encenalls”.

“Qui sou vos per menysprear-la tan impunement?”—contestà l’autor.

“Sóc Ludwig van Beethoven. I mentre alguns artistes senten la veu de Déu, a mi no para de cridar-me a les orelles”

Diuen els entesos, que Beethoven és l’últim gran artista de música clàssica. Personalment, no en tinc ni idea. Si que sé, per altra banda, que és coneguda la seva arrogància, no menys que la seva genialitat. Beethoven creia amb sí mateix amb tota la força necessària. Només quan es quedà sord (precisament ell, un gran músic) tingué el pensament—molt romàntic, com no—d’acabar amb els seus dies. Arrogància, cal recordar-ho, no exempta de certa cordialitat innecessària.
Encara que ell mateix afirmava que “el 98% del talent li arribava treballant”, sabia millor que ningú que el gran poder creatiu que posseïa era genialitat pura, talent innat—si bé sàviament cultivat—un do que la sort, capritxosament, li conferí a ell.

Dient això pretenc esmicolar un dels mites de la nostra època. Pensar que l’esforç serà recompensat, que els picapedrers són més valuosos que els estilistes. Ben pensat, recorrent el camí on porten tals absurditats, hem perdut la facultat d’ advertir allò realment bell i sublim.
És “la moral de funcionari” , escrigué un, la falsa creença que el mèrit rau en la força de la fe per perseguir els nostres somnis. Per sort o desgràcia (jo crec que afortunadament) la vida no és tan justa.

Ens han volgut fer creure que tots som iguals, cosa que, a pesar d’alguns, la realitat és nega a confirmar. Doncs la intel•ligència, la bellesa, l’elegància i la bondat, no són el mateix que l’estupidesa, la lletjor, la grolleria, i la maldat. Sembla estúpid inclòs recordar-ho... La naturalesa no ens ha fet en una cadena de muntatge. Déu, el destí, o qui sigui, s’esmerçà més amb unes persones que no pas amb unes altres. Alguns pensaran que és trist, jo no pas.

La sort intervé molt més del què pensem en les nostres vides. Els afortunats solen dir que aquesta és una excusa que donen els “fracassats” (ells utilitzen aquest vocabulari) per justificar la seva misèria. Ara bé, mil variables escapen del nostre control, començant per les més elementals: qui som, on hem nascut, com ens han criat, quan em viscut...
Sembla mentida, però encara que els daus de la fortuna no parin de rodar, la nostra obligació és seguir endavant. Guiats per la voluntat més tossuda, continuar sempre caminant. És la sal de la vida. Pensar, creure i actuar com si fóssim lliures per elegir què serà de nosaltres. No podem aixoplugar-nos sota el paraigües, i deixar de construir el castell de cartes només perquè intuïm que estem en ple ull de l ’huracà. Tot i saber que és impossible, hem d’intentar ser superiors a les circumstàncies.

Volem jugar bé al billar, però no podem calcular tots els angles, ni la velocitat de la bola, ni els possibles retocs, ni moltes altres coses. Potser només en la primera tacada, la negre ja ha rodolat forat avall.
Ens neguem a acceptar la importància de la sort perquè aquesta escapa del nostre control. Però crec que és més honrat acceptar-ho. I si convé, deixar de tensar el fil perquè les coses flueixen més lliurament. Exacte, a vegades hauríem d’aprendre que és inútil posar dics al mar.

Suposo que l’autenticitat és això, deixar-se endur. Deixar-nos de cabòries, i afrontar les coses tal com vinguin. Decidir just a cada cruïlla quina serà la nostra direcció. En aquest sentit, sovint m’han donat els més variats consells per clarificar els meus sentiments, normalment massa confusos.

o M’han dit que imaginar-se les persones despullades ajuda a perdre’ls-hi el respecte. També serveix, pel què sembla, figurar-se que estan amb el senyor Roca.

o Respecte a això, la mateixa persona m’ha assegurat que si era capaç d’imaginar-me una noia defecant sense sentir fàstic, és que l’estimava de debò.

o Una veu menys escatològica, més amable, m’ha dit que si estava realment enamorat, ho sabria segur. Que si dubtem d’estar-ne, és que no ho estem. Aquesta m’ha semblat molt sensata.

o També estàs enamorat, almenys per la majoria, si: et descuides alguna cosa, et poses nerviós per alguna cosa, et cau alguna cosa a terra, xiules pels carrer, i tot això ho fas entre els 15 i els 25. En aquests casos, sempre t’ho acaben preguntant: “Què, hi ha alguna xicota? Estàs enamorat?”. I si ets un tio reservat, sempre respons, independentment de la veritat: “No, que va! Qui vol embolicar-se en relacions amb dones!!!”

o Ara bé, la millor manera que, sense pretendre-ho, he trobat, per saber si estimes algú, és la següent. També és la més dolorosa, cal dir-ho. Radica en imaginar-se que aquest persona se n’ha anat. No pas d’un carrer, ni de la teva vora. Sinó que ha desaparegut, que ha mort... Que va relliscar a la banyera i es partí el crani en dos; que una banda assassina el confongué per un xantatgista perillós; que un tro va atrapar-lo en ple bosc...
Si llavors sents que en el teu calendari només pots marcar el dia 0. Si tens la percepció que la teva vida no continua, ja només segueix. Si plores per una pèrdua, que en el fons, saps que és mentida. Si ho fas només vençut per la por que els teus estúpids malsons es converteixen en la realitat més punyent. Si sents un cuc a l’estómac, un buit que no et permet consolar-te. Si no et pot animar ni la veritat, més joiosa, doncs penses que algun dia arribarà el moment que avui tan tems.
Llavors, estimes algú. Perquè en sents el dolor. “Només aquells que estimem ens faran plorar”, diuen, i així és. En tot amor hi ha certa dosi d’egoisme. La por que ens abandonin les persones estimades ens tira l’ànima a terra i la trepitja sense pietat.

Per acabar amb una mica d’optimisme, una frase sàvia de Woody Allen: “La nostra vida depèn de com elegim distorsionar-la”. Al capdavall: catatímia.

diumenge, 1 de març del 2009

Un bar, molts quilometres

Una grata sorpresa, aquesta pàgina. No m'ho esperava, m'ha encantat comprovar la quantitat de gent que escriu bé. Potser falta un toc de naturalitat, les frases semblen sovint tallades, però més d'un no té res d'envejar amb escriptors professionals.

relats en català

Línia 3- Penitents

Un bar, molts quilometres

Hi ha moments en que l’avorriment ens fa dir o fer coses sense cap mena de sentit, qualsevol banalitat per matar el temps.

N’hi ha que es posen a llegir el diari, amb cara d’interessants, d’intel•lectuals… obren l’apartat de política i comencen a moure el cap com si estiguessin d’acord amb qualsevol titular.

Altres, agafen el telèfon mòbil, i escriuen missatges compulsivament..o això fan veure, i en veritat estan immersos en el joc més estúpid que hi ha dins l’aparell.

Alguns, simplement perden la mirada en l’horitzó pensant en tot l’estrès que els espera durant tota la setmana. O sense pensar en res.

N’hi ha uns quants, que ni tan sols es veuen...sempre estan amagats darrera una cortina de fum que surt d’un cendrer abarrotat de cigarretes...

En aquests moments on sembla que el temps sigui una molèstia...jo m’acostumo a trobar en una taula, observant el meu voltant...com ara, amb un cafè amb llet, un croissant de xocolata...un bolígraf i aquesta llibreta.

Avui, divendres 9 de setembre...tenia una hora de temps per assassinar.

No sé com, he vingut a petar aquí. Un bar. No el de sempre, és una altra cafeteria. Com cada dia, he tornat a demanar el meu croissant de xocolata i un cafè amb llet, molt carregat... “no vull ni pensar amb el dia que m’espera”.. em repeteixo mentre miro enlloc a través de la finestra. Faig un intent de buscar desesperadament el diari, m’avancen. Merda. Em perdré tots els bons i coherents titular polítics avui. Penso en una cigarreta... calada a calada, a poc a poc el temps s’esfumaria, mai millor dit. Llàstima, fa quasi dos mesos que he deixat de fumar. I ho he fet per amor, no puc trencar la promesa. Decideixo treure el mòbil i escriure un missatge. No sé què escriure, suposo que amb un Bon dia no n’hi ha prou. Malgasto cinc minuts pensant que carai puc escriure... “Enviar?”.. No. L’esborro. Quina estupidesa, son dos quarts de vuit del matí... i la gent encara està de vacances. Si l’envio pensaran que soc més idiota del que sóc. Poso un joc. El protagonista va saltant per sobre dels globus.. no pot caure! Dos minuts després, la bateria es queixa. Quin fàstic de mòbils... sempre tan oportuns.
Fracàs, qualsevol intent de fugir d’aquesta llibreta ha estat en va.

Ja hi sóc, he apartat el cafè amb llet i les miques de xocolata que hi havia a la taula...l’he posat sobre i he agafat el bolígraf.

I tinc molt clar que vull escriure, tot i que no hi vull pensar. Ho he de fer. Els records m’ofeguen per un moment. No sé perquè he escollit a l’atzar aquesta cafeteria avui. Fa molt temps que no hi venia...l’ultima vegada...


L’última vegada va ser amb tu. Te’n recordes? Estaves aquí, davant meu, asseguda. Amb aquell cafè amb llet, menys carregat que el que m’he demanat jo avui... no t’agradava molt fort. I menjant aquells croissantets replens de xocolata fossa..

Miro la cadira de davant meu, buida. Per un moment, es com si et veiés allà, somrient. Rient de les tonteries que dèiem...rient per no plorar. Desesperades per què acabés aquell maleït curs.
Em deies que marxaries lluny, molt lluny.. jo no m’ho volia creure. Sabia que no estaves bé aquí...per múltiples raons. Però no podia creure-m’ho.. I ara, miro la cadira...buida.

De sobte, una llàgrima s’escapa galta avall. Agafo el bolso i vaig al lavabo. Em miro al mirall... no, no vull plorar ara. No em deixis plorar, Anna. Jo sé que ara ets feliç. I és tot el que vull per tu. Em refresco la cara i torno a la cadira.

Només fa tres mesos d’aquella tertúlia, en aquella mateixa taula. Sembla que faci una eternitat que estic sense tu.

Observo la cadira amb atenció... com si esperés que d’un moment a l’altre apareguessis, com per art de màgia, allà. Després, miro la porta. Vull que entris. Ara. Si us plau... ho necessito. Et necessito.

Tu segur que no has deixat de fumar, oi? Aquell dia vam omplir el cendrer. Recordo que hi havia una amiga de la teva mare... i ens anàvem passant la cigarreta perquè no et veiés. Si... una eternitat.

Em començo a imaginar que deus estar fent tu a hores d’ara. No saps com m’agradaria poder-te veure. Records, records, records... no puc viure de records; estic morint d’ells.
No vull tornar a anar al lavabo. Si per casualitat algú està mirant-me... ploro sola. Miro una cadira.. on no hi ha ningú. Fins i tot em posaria a parlar amb tu...si això no em fes semblar més idiota del que dec tornar a semblar. Vull un tovalló de paper, i ara no n’hi ha cap a la taula... L’últim dia que va estar aquí tampoc. Tu portaves mocadors, recordes? Les dues obsessionades per aquell règim que mai vam arribar a fer.. i inflant-nos de xocolata i de dolços. Sí senyor. Així érem nosaltres.
Criticant la vida, l’amor, l’escola, els professors, els companys... Fins els cullons de tot i de tothom estàvem les dues. Tu més que jo. I tu has tingut el valor de solucionar-ho...tot i que sigui lluny de mi. De nosaltres. D’una vida que has deixat aquí... i que t’ho creguis o no, s’ha quedat buida sense tu. Tants plans, viatges... jo vull que tu hi siguis. Vull que tornis. Són massa quilòmetres.

Em venen imatges del dia que em vaig acomiadar de tu. Plorava. Molt més que ara. Tancava els ulls i veia un avió allunyant-se. No ho assimilava.
Tu estaves contenta... eufòrica. Marxaves. Fugies de tot, per començar de zero. Eres lliure.

I aquell dia, en aquest bar... tan malament estàvem? Tan dolenta era la vida aquí?...

Torno a mirar la cadira.. mentre omplo la màniga de la jaqueta de llàgrimes. No puc més. He de deixar d’escriure. T’estimo Anna. Records, records, i més records...al teu costat.


Aixeco la mirada, retocant-me una mica el maquillatge, si és que encara queda alguna cosa d’ell en els meus ulls. Veig el diari. L’agafo. Vull arribar a la secció de política... però passo pel de societat abans. Titular: un 40% dels joves volen marxar del seu país per estudiar, treballar i viure a l’estranger. Només un 23% ho fa.
Per què? Per què tu havies de ser d’aquest 23%?.. Tanco el diari de cop. El torno a deixar al seu lloc. Realment, deuen pensar que sóc idiota. Les cambreres fa estona que xiuxiuegen darrere la barra, mirant-me. No em xiulen les orelles, però no fan cara d’estar-me elogiant.
Agafo el mòbil i faig el segon intent d’enviar un missatge. No sé a qui. Miro l’agenda. Merda. El primer nom... el primer nom és el teu. Tanco el mòbil.

Fumar... no, no puc fumar. Ho he promès. M’intento convèncer. Intento buscar un raonament, suposadament, raonable. No se me n’acut cap. En un atac de desesperació o bogeria em dic a mi mateixa... que el fum no em deixaria veure’t si entressis per la porta. Una bestiesa com una altra. Em sento estúpida. Ja sé que no pots venir, que no vindràs. Ni avui, ni l’any que ve. Et conec. No et serà suficient un any per assaborir el que en fa divuit que esperaves. Res. Descarto fumar també per matar l’ultima mitja hora de patiment. Potser que guardi la llibreta ja..
Em poso a mirar a enlloc per la finestra. M ‘acabo el cafè amb llet. Vull pensar en el fastigós dia que m’espera. Però no puc. La cadira de davant meu no em deixa. Tu. Un altre cop tu.

MPD

Aquest text explica molt bé el què sempre he pensat.

Múltiples personalidades
Este artículo es un extracto resumido y adaptado del libro “Presonare-Die zwölf Personen im Innner der Seele” (Cartas de las Subpersonalidades—Doce personalidades en el interior de la psique) de Meter Orban e Ingrid Zinnel, que sólo existe en alemán

Danny es un niño de siete años, gritón y pendenciero, siempre en busca de problemas y antipopular.
Rosalinda, tiene 31 años, es gentil, melancólica, encantadora, y puede derretir los corazones de la mayoría de la gente.
Jennifer ha tenido mas amantes en los 22 años que tiene de vida, de los que podría contar. Como si tuviese un retraso cerebral, tiene solo una cosa en mente: sexo rápido con cualquier desconocido; pero después del coito, su mente se vacía, quedando totalmente en blanco.
John, aunque solamente tiene 34 años, es uno de los abogados más exitosos de al ciudad. Su lógica jurídica es irresistible y sus oponentes temen su poderosa elocuencia frente al jurado.

El destripador, un hombre casi ciego, al que no se le puede calcular la edad, es brutal y perverso como la peor de las pesadillas. Lleno de odio, merodea por las noches llevando navajas de afeitar y la colilla de su cigarillo que brilla en la oscuridad.

Todos ellos, el niño terrible, a mujer de cálido corazón, la ninfomaníaca, el abogada exitoso, el maliciosa tunante y muchos más personajes con descripciones distintas, están contenidos en un solo cuerpo. Este cuerpo pertenece a una mujer llamada Marianna Lipton, quién hasta hace unos cuantos años, además del hecho de que por temporadas sufría de una insoportable angustia psicológica, lo único que sabía de si misma con certeza, era que con 46 años de edad, i 1.68 mts de estatura, era abogada de profesión.

Marianna y la docena y media de terapeutas que le tratan desde los 19 años, no podían encontrar ninguna explicación para las fuerzas que parecían desgarrarla y afectarla tanto; hasta que el psiquiatra, Frank Putman le diagnosticó una enfermedad perteneciente a uno de los síndromes neuro-psicóticos más misteriosos: Desorden de Personalidad Múltiple (MPD). Este desorden de la personalidad, es para los psiquiatras, muy difícil de detectar, y más difícil aún de curar.

El ego de un paciente que sufre MPD, no es un proceso exclusivo y especial del desarrollo de la psique de algunos individuos; simplemente es una notoria y perturbadora exteriorización de lo que ocurre en el interior de la psique humana, en todas las personas y en cada uno de nosotros, y eso es justamente sobre lo que queremos llamar la atención en este texto.
Todos los humanos tienen esta serie de múltiples personalidades en el interior de su psique, pero ellas no están tan en guerra de manera tan abusiva y exagerada, como en un paciente con MPD. Estas múltiples personalidades tienen una influencia sobre la mayoría de la gente en su vida cotidiana, de una forma intrusiva, y desapercibida.

La idea de que un individuo contenga en su interior múltiples personalidades puede sorprender, especialmente cuanto recién uno se acostumbra a que el objetivo del hombre es alcanzar la unidad. Nosotros también creemos en que la unidad es la meta a lograr, pero aún si, el ser humano, tal como existe hoy, no solo es esquizofrénico, sino que también es polifrénico y difícilmente tendrá éxito en lograr la unidad, si no esta preparado para observarse en cuanto ser fragmentado. Así, nuestra teoría, no se ocupa de la personalidad visible e identificable del individuo, sino de las múltiples y diversas personalidades que subyacen invisibles, conformando la psique y el alma de la persona. Es nuestro interés rastrear las huellas de lo múltiple, de lo diverso.

En Miquel, en Ricard, i la brusa de la secretària

Hi havia una vegada un home molt bondadós. Tothom el tenia en molta estima, si bé pocs hi mantenien una relació íntima. Es deia Miquel, era veí de Sant Andreu. Encara que s’havia jubilat feia anys, continuava sent una persona força activa. Se’l veia sovint passejar pels carrers, sempre content, prou il•lusionat en recollir la seva néta a l’escola o anar amb els amics a jugar al dòmino.
En Miquel mai tenia un “no” per a resposta. Si un desconegut li hagués demanat al cotxe per una suposada emergència, no hauria dubtat un sol segon. Li hauria entregat les claus sense pensar-hi. Tal era la seva bondat, tal era la mansuetud que inundava el cor d’aquest home tan gentil.

En Ricard també era veí de Sant Andreu. Ell és el malvat d’aquesta història. Doncs encara que s’havia criat als mateixos carrers que en Miquel, n’era el reflex completament oposat. Jove, esquerp, molt orgullós i pedant... Poc procliu a conèixer noves persones, ben just tenia dos amics. Tampoc mantenia amb ells una relació gaire estreta.
Del seu petit cercle, en Ricard era la persona més irritable. Era impossible mantenir una conversa amb ell sense acabar-hi discutint. Sempre disposat a vèncer els arguments aliens, estava disposat a argumentar en contra del què pensava si així podia elevar-se en el seu altar d’arrogància i falsa saviesa. Sentia un desig incomprensible d’oposar-se a tot i tothom. Podríem dir que només creia en sí mateix.

Quan el Miquel deixà l’Irene—la seva néta—amb la seva mare, tornà a casa cofoi. Se li queia la bava cada cop que recordava com la xicota intentava tocar, maldestre, el xilòfon. Sabia que l’estava malcriant, regalint-li sempre el què volia, però no podia evitar-ho. Una atracció inaudita el dominava. Estava encandil•lat per aquella petita criatureta tan divina.
De cop, olorà a fum. Alçà la vista i veié una casa en flames. Digne de les pel•lícules on s’emmirallava, el nostre heroi va córrer ràpidament cap al foc. Cridà. “Hi ha algú?” Silenci. Repetí més fort: “Hi ha algú?” Llavors sentí una veu dèbil, desesperada, que pregava ser sentida.

Podem preguntar-nos com podia viure en Ricard tan amargat, profundament decebut i aïllat del món. Bàsicament, a base de moltes estrebades, molt sofriment, i també una immensa il•lusió que guardava secreta. Aficionat a la zoologia, s’estava traient un mòdul per Internet. Esperava tenir el títol per fugir com més lluny millor. Cap a qualsevol banda, segur que a tot arreu estaria millor que en el seu poble odiós...
Per això havia de renovar el seu passaport. Havent-se escalfat uns macarrons, deixà una nota a la seva mare (que feia la migdiada) i marxà ben content en la troballa del seu somni. Ja gaudia només imaginant-se quin plaer trobaria en comunicar a tots els seus coneguts que abandonaria aquell cau de mala mort. Ho assaboria com una dolça revenja...

S’endinsà entre el fum fins que va percebre el cos d’ on venia la veu. Una dona de cinquanta anys. Malgrat l’extrema situació, i de fet sense pretendre-ho, en Miquel tingué temps per reconèixe’n la bellesa. La va arrastrar per les escales, la va bufetejar en va perquè recobrés la consciència, i finalment, superant tota mena d’obstacles, va protegir-la fins que van arribar al carrer.
Un cop allí, creia que havien passat mil anys, ella va recobrar el coneixement. Llavors en Miquel li preguntà si hi havia algú més a la casa. “No”, va respondre. En Miquel restà alleugerit, encara que fos un breu instant. Doncs encara no estava gaudint-ho, sentí el tràgic miol d’un gat.

Just sortir de casa, en Ricard va esclafar un cargol que havia aparcat davant la porta. Va anar a la biblioteca a deixar uns quants llibres del comte Tolstoi. De res li havien servit. Només com a excusa per admirar el suggerent escot de la secretària del recinte. Hagués matat per entrar dins aquella brusa.
Intentà establir-hi una conversa. “Fas res aquesta nit?”, començà. Cara d’estupefacció de la secretària. “Havia pensat que podríem sortir, ja saps, per allí..” Superada la sorpresa, intuí que no era una broma. Un adolescent estava intentant concertar una cita amb ella. “I si vols, després, ja saps...” Confirmada la calamitat, es preguntà què havia fet per provocar-ho. Decidí trencar d’arrel un malentès tan desagradable. “Saps, crec que no és una bona idea...”.

La dona, recentment salvada, intentà aturar-lo. Creia estar en deute amb ell, volia salvar-li la vida oferint-li el consell més preuat. “No hi vagis, és només un gat”. Però el Miquel ja estava sord, cec i aliè a qualsevol connexió amb el món real. Només tenia un objectiu: salvar el gat, fos com fos. No s’avenia a raons. Tampoc tenia consciència d’heroi. Simplement creia que havia de fer-ho.
Lògicament, morí en el seu intent.

Tingué la mateixa sort en Ricard. Estava esperant al metro, quan sentí que “queda totalment prohibit baixar a la zona de vies”. Amb el record de la secretària encara latent, dominat pel rancor més corcat, decidí desafiar aquella veu estúpida. I va tirar-se a la zona de vies, com si fent-ho desafiés la humanitat sencera.
Abans de morir (veient apropar-se el tren a una velocitat demoníaca), no tingué cap gran reflexió, ni un sol segon de penediment. Ni tan sols va veure la seva vida passar sencera, com una pel•lícula, al seu davant.
Només tingué un pensament estúpid, absurd, indigne d’ell: “Òstia, crec que no m’he enrecordat d’apagar els fogons!!! Ah, no, ja me’n recordo. Els he acabat apagant. Sí, ara em vé la imatge al cap. N’estic segur, els he apagat...”

Cadascú de nosaltres és un heroi, també un dimoni. Som mil persones. A vegades actuem prou bé per no intuir les conseqüències. Altres cops, maquinem massa fins que acabem podrint-nos. Rarament trobem la perspicàcia i la subtilesa en les coses. Ens falta la vessant crítica, la capacitat per veure-hi més enllà de les coses. Com diu la cançó (tot i que no sé si es referia a això) “només veiem llimones en un llimoner”.

Som animals polifònics. Tenim mil veus dins nostre. I si bé sempre se’ns ha demanat que fóssim coherents, correctes, i educats, sovint tenim la imperiosa necessitat d’extreure les veus més reprimides de nosaltres mateixos. Potser tard o d’hora haurem de trobar una harmonia, certament. Però estar bé amb un mateix no significa haver de tenir l’encefalograma pla.
En el fons estem formats per dotzenes de petites identitats; la veritat no té dues, sinó dues-centes cares. Cada dia estic més convençut que hem d’encendre totes les estrelles, encara que algunes ens portin per uns viaranys desconeguts. També sovint l’estrella de l’arrogància. Perquè no ser un xic prepotents, perquè no una mica autocomplaents?
Seria estúpid dividir els valors en “bons” i “dolents”, etiquetar-los en un binomi en el qual uns resulten preferibles i els altres detestables. Al capdavall, la línia que separa l’atreviment de la gosadia és molts cops atzarosa. Qui podria distingir amb certesa la citada prepotència amb la fe? O la confiança amb un mateix amb la autocomplaença?

La nostra personalitat és tan gran com àmplia la nostra ànima. En Ricard també habita dins nostre, i si bé en Miquel és la nostra guia, l’estrella polar que ens anima a arribar a bon port, no podem evitar sentir sempre un xiuxiueig, potser dèbil, però sempre latent, en els pòsits més profunds de l'ànima.

dissabte, 28 de febrer del 2009

Reflexions d' "Una habitació pròpia"

Eren les deu d’un dia força llarg i atrafegat. Arribava a casa rendit, em moria de ganes d’ajeure’m i no fotre brot. I així vaig fer-ho. Estirat sobre els llençols recentment rentats, ja m’havia oblidat de les escomeses del món. Tan tranquil estava, matant els coloms que volaven per la meva imaginació, quan el meu estomac famolenc gosà queixar-se. Primer roncà tímidament, com qui truca a la porta d’un despatx important. Després les queixes foren més explícites. Per seguir amb les metàfores, talment un boxejador colpegés enrabiat el seu sac.

“Hauràs d’anar a la cuina”, vaig pensar. Després d’alçar-me, mandrosament, hi vaig fer cap. Mentrestant, resava perquè hi hagués preparat quelcom fàcil per cuinar. Qui sap si unes quantes llesques, pasta preparada, potser un iogurt, o encara que fos un trist sopinstant... M’equivocava: només hi havia patates.

Al menjador vaig trobar el suplement de cultura de l’Avui. Vaig pensar que potser no era massa ètic utilitzar-ne una plana per pelar-hi les patates sobre. La imatge de la cultura instrumentalitzada pel plaer primari de la gastronomia, m’horripilava. Tanmateix, vaig acabar cedint al meu estomac...

Com qui no vol la cosa, vaig pelar, fregir, i menjar-me les patates en un instant. Ara només quedava la part més desagraïda: netejar la cuina, rentar els plats, i escombrar la merda que hagués pogut caure al terra. Havent-ho fet, només havia de tirar les peles a la brossa.

Llavors no ho sabia, però seria l’obstacle més difícil. Abans d’embolicar-les amb el diari, vaig veure-hi un article curiós. Encara que estava tacat per una punta, s’hi llegia bé el contingut. El firmava Miquel de Palol, i afirmava que Mixkin era veritablement un idiota perquè confonia l’amor amb la compassió.

Vaig sentir una ràbia descomunal. El missatge del meu mestre havia estat pervertit, malentès, distorsionat. Havien apagat la llum de la seva estrella com qui canvia una bombeta de baix voltatge. Potser vaig enaltir encara més la seva figura, ja prou mitificada. En un món d’accions corruptes, amistats interessades, i càlculs estratègics, ell escollí el camí de l’amor.
Millor que el càstig, el perdó. Preferí comprendre abans de jutjar. Enlloc d’afusellar, regar amb les llàgrimes de la redempció.

Llençat el Miquel a la brossa, només volia distreure’m. Altra vegada a l’habitació, vaig retornar a l’ assaig de la Virginia Woolf: “Una habitació pròpia”. Suposava que el seu estil lleuger, peculiar, desenfadat, aparentment espontani, em lliuraria a les reflexions més dispars. I així va ser. Encara que no compartia moltes de les seves reflexions, m’ajudà a pensar sobre el misteri de la creació artística (un dels meus grans dilemes en les insofribles nits d’insomni).

He de reconèixer que encara que no va entusiasmar-se, sí que m’agradà molt més del què havia suposat en un principi. Algunes conclusions que exposava:

--Cap escriptor pot desenvolupar el seu art si no se’l permet viure una vida plena.

--Un escriptor no podrà desenvolupar-se si no té prou temps, ni condicions materials adequades, per no preocupar-se de la quotidianitat.

--La dona ha de desacomplexar-se de la necessitat de demostrar el seu talent per poder escriure bé.

--Mai com ara es té tanta consciència dels sexes (la qual cosa ha provocat una reafirmació de tot allò masculí)

--Les ments brillants, com ara la de Shakespeare, són andrògines. Combinen la capacitat expressiva de l’home amb la suggerent visió femenina.

--L’artista ha de tenir confiança amb sí mateix, ha de ser prou agosarat, perquè la seva obra artística tingui cert pes. Ha de ser, fins a cert punt, egotista i autocomplaent.

--No té sentit distingir en els mèrits de l’ home i la dona, en les capacitats d’uns i altres. És el reflex d’una etapa intel•lectual infantil distingir entre “inferiors” i “superiors”.

--En la literatura, les dones tenen tan pes com els homes. Si només observéssim el paper de les dones pels llibres, pensaríem que són individus tan o més rics que els homes.


I hi vaig afegir algunes conclusions meves:

-Al llarg de la història, les dones han estat usades com a material literari. Encara que tots els poetes han estimat una dona, només uns quants ho han fet sincerament. La majoria tan sols pretenien que se’ls elogiés el seu gran sentiment...

--En el terreny de la literatura, les escriptures contemporànies (Marguerite Yourcenar, i sobretot Sylvia Plath, més recentment Amélie Nothomb) reflecteixen un esperit intimista. Moltes dones escriptores encara no saben allunyar-se de les seves obres. Es limiten a quedar-se en el primer pla subjectiu, sense allunyar-se a un segon pla psicològic. Es queden amb les sensacions sense aprofundir en l’anàlisi.

--Veritablement importen les condicions materials per al bon literat? Certament, segur que importa que l’escriptor hagi viscut una vida plena, intensa, àmplia, que no s’hagi quedat a casa rentant plats, o planxant camisses. Ara bé, importen les condicions materials? Tenia gaires diners Balzac, o Cervantes, o Dostoievski? Segurament importi el nivell d’educació, ara bé...les condicions materials?

--Woolf afirma que també el geni està preocupat per l’opinió dels seus semblants. Certament, potser foren moltes les dones que no escrigueren desanimades pel rebuig d’una societat que les veia incapaces. Ara bé, tampoc haurien escrit res bo. Doncs la persona que es rendeix, que no creu suficient en sí mateixa, mai podrà escriure una obra literària bona.

--Virginia Woolf bé a intuir que existeixen estils literaris més apropiats per a homes i uns altres per a dones. També sembla creure que, veritablement, els homes mai podrem entendre les dones, i viceversa. Després de llegir Balzac, hi discrepo. Per altra banda, estic d’acord quan afirma que diu que la felicitat màxima és l’harmonia entre una dona i un home (o algu així)

--Certament, com afirma Woolf, homes i dones som diferents. Millor aprofundir en les diferències que intentar uniformitzar-nos amb les semblances. Estem massa rodejats per un “fonamentalisme unisex”. Ni cal que les dones coneguin el cotxe pel soroll que fa de 200 metres estant, ni que els homes es passin una tarda olorant perfums en qualsevol centre comercial.

dimecres, 25 de febrer del 2009

012

Creu-t'ho: has superat la reixa

Tornes a intentar-ho, però el mirall no enganya. La disfressa encara no et fa el pes. Falta alguna cosa, però n’ignores el què. T’hi fixes: pantalons vermells acampanats, faldilleta negra, túnica blanca i antifaç també negre. Segueix sense agradar-te, hauries de trobar algun retoc. Com a superheroi, sembla poc creïble. Finalment, ho soluciones pintant-te la cara (negre fins el nas, roja fins la barbeta) i tapant-te el cap amb un vel, com no, color de la nit. Ara sí tens el punt misteriós que necessitaves...

Aprovat l’examen del mirall, saltes content cap el tocadiscos. Vols celebrar-ho posant “Blinded by the lights”, gaudint sentint-te-la penetrar. Llavors embogeixes. Amb el volum prou fort perquè tota la sala t’inundi d’aquella suau melodia, comences a ballar descontrolat. Saps que només per a aquests moments la vida mereix ser viscuda. Quan et tornes boig, i el cos es descontrola, i t’és impossible estar quiet, i els nervis es desboquen com feres indomables. Per sobre del sofà, embrutant la taula, gairebé relliscant per qualsevol banda, o fotent-te de lloros contra la paret.

Conscient de la felicitat que t’inunda, no et vols aturar. Tu mateix t’excites, tu mateix t’animes a seguir ballant, al ritme de la bogeria, vora el precipici de la divinitat. Esclau de l’èxtasi, posseït pels instints més primitius, et deixes endur ben despreocupat.
Certament, estàs sol a casa, no pas en un concert. Lliure del dubtós plaer de ser obsequiat per la suor d’una aixella nua, lluny del contacte molest i agressiu dels cossos espitats, sents que tot pren una nova dimensió.

Regat per l’autenticitat del Bruce, t’imbueixes de l’esperit més teatral. Si el pianista tecleja uns acords tristos, et llances a l’estora, i completament ajagut, t’arrastres, lentament, aixecant potser el braç en senyal de resistència, però caient inevitablement al pou de les misèries. Però llavors la música s’anima, i notes una mà invisible, que gairebé imperceptiblement, t’aixeca. El cuc ha tornat a assolir el miracle, i ja papallona, tornes a volar. No saps com, però ja tornes a botar com un condemnat.
Així passes, superat pel caprici de la música que els altaveus proposen, hores i hores. Fins que el cansament supera la fe enèrgica que et domina, obligant-te a seguir fent l’animal. Ja has decidit que, si no pares, aviat tindràs una parada cardíaca, una insuficiència pulmonar, o un atac nerviós. Decideixes trucar al 012:

--Perdoni, és el servei d’ Emergències? És molt urgent, vinguin a rescatar-me: sóc massa feliç.

Desacomplexat, deshinibit, sents que pots ser-ho tot. De fet, vas disfressat de superheroi. Tornes a comprovar que la força de l’autenticitat és insuperable, gens comprensible, i per això tan màgica.
Sempre has sabut que la felicitat era a l’abast perquè la llibertat—sense la qual és possible—només és un estat anímic. Tanmateix, tot i que ho has comprovat mil vegades, t’encanta reafirmar-te. Allunyar els dubtes i els titubeigs, fruir sentint tota la força dins teu.

Estàs ballant els últims compassos de “Spirit in the night” quan et fots una santa òstia al peu. Xiscles, per un breu instant el dolor et sembla insofrible. Penses: “Seré idiota”. Creus que t’has fet mal de debò. No pots moure’t. Tornes a insultant-te, recriminant-te l’absurditat de tot plegat.
I quan ja has retrobat l’amarg plaer de la queixa, veus que pots aixecar-te. Coixeges, però saltes com si res hagués passat. Un somriure burleta, sarcàstic, s’escapa. La gràcia de ser l’únic actor—de no posseir guió, ni molt menys estúpids apuntadors o directors d’escena—és que també ets l’únic espectador.

Boig i psiquiatra, t’administres les dosis i també te les treus. Abans d’apagar el tocadiscos, beneeixes totes les persones autèntiques. O sigui, aquelles capaces de creure en sí mateixes. D’actuar sempre com creuen i senten. Són els teus herois.
Prou valentes per parlar quan tothom calla, prou espontànies per ballar entre estàtues, prou tímides per no ser grolleres, prou somiadores per estimar sense esperança, massa precioses per no encaramel•lar el món amb un gest amable i una mirada penetrant...

Homenatge a artistes autèntics. Millors que les millors drogues, mai em cansaré de sentir-los:

estranged

madagascar

november rain

backstreets

spirit in the night

waiting on a sunny day

tangerine

creep

one

Em pregunto perquè la gran majoria d'obres d'art magnífiques són tràgiques. Suposo perquè transmeten més força...

Alphaville

ALPHAVILLE, du Jean-Luc Godard

--At witch moment? Tell me
--Quite often. Last night in the corridor, for instance…
--This time you are lying
--When I said I was falling with you…
--In love? What’s that?

(He caress her hair)

--This
--No, I know what that is: it’s sensuality
--No, sensuality is a consequence. It cannot exist without love
--So what is love, then?
--Your voice…, your eyes. Your hands…, your lips. Our silences…, our words. Light that goes, light that returns. A single smile between us. In quest of knowledge, I watched night create day while we seemed unchanged.
O beloved of all, beloved of one alone…your mouth silently promised to be happy. Away, away, says hate: closer, closer, says love.
A caress leads us from our infancy. Increasingly I see the human form as a lover’s dialogue. The heart has but one mouth. Everything by chance, all words without thought. Sentiments adrift. Men roam the city. A glance, a word.
Because I love you, everything moves. We must advance to live. Aim straight ahead towards those you love. I went toward you, endlessly toward the light. If you smiles, it enfolds me all the better. The ray of your arms pierces the mist.

(Capital of Sorrow)

Pallassos i monstres (Albert Sánchez Piñol)

Introducció—de l’horror i l’humor

Aquesta és la història d’uns homes mediocres. Eren uns ignorants i es van investir mestres. Eren uns covards i es van fer passar per herois. Eren insignificants i es van creure déus. És la història d’un grapat de dictadors africans.
Aquests homes es van presentar davant dels seus i de tot el món com a éssers d’excepcionals qualitats. En justa correspondència amb els seus suposats mèrits, es van atorgar títols altisonants, com ara Líder d’ Acer, Miracle Únic o Senyor de les Bèsties de la Terra i l’ Aigua. Es van fer portar en cadira gestatòria. Van obligar tot un poble a dirigir-los pregàries. Van penjar els seus retrats en escoles, esglésies, tavernes i bordells. Van donar el seu nom a carrers i universitats, i també a illes i llacs.
Res no era impossible per aquests individus: podien traslladar la capital del seu país al seu poblat o disposar el tresor del banc nacional als soterranis de casa seva. Eren capaços de fer que una bruixa presidís una sessió parlamentària o de proposar matrimoni a altres caps d’estat. Mentre que els seus països només eren coneguts perquè ocupaven els últims llocs en el rànquing de desenvolupament mundial, ells es proclamaven emperadors d’imperis fantasmagòrics. Qualsevol caprici es convertia en realitat per obra de la seva voluntat.
Eren mediocres, però també eren monstres. I en el monstre, l’extravagància és inseparable de l’espant. Els seus súbdits van conèixer tot l’espectacle dels horrors. Els monstres podien espoliar, torturar i matar tant com ho desitgessin. Mai, enlloc, les galeries de pallassos cruels i dels dèspotes risibles s’han fusionat amb tanta brutalitat.

Existeix una frontera precisa que separi l’horror de l’ humor? La resposta és doble. Sí, hi ha una frontera. Allà, al centre de l’hecatombe, en la matança de milers de persones, en l’assassinat organitzat; a qualsevol lloc on la injustícia supera la imaginació. Han existit i existeixen llocs i moments en què ni el sarcasme més agre es capaç d’ultrapassar les cortines de l’espant. Podria definir-se l’ infern com aquell estat de coses, aquella combinació del temps i l’espai en què l’ humor és per se impossible.
I tanmateix es podria considerar la validesa de l’humor, justament, per separar l’individu de la circumstància, el matador del context. En alguns casos, molt aïllats, el públic ha pogut assistir a l’espectacle del tirà indefens. L’ efecte acostuma a ser devastador i contradictori alhora. Lluny de la maquinària que l’envestia dels seus atributs, el dèspota, la bèstia malfactora, no és res més que un personatge tristos, penós, grotesc o totes tres coses alhora.
Què és un tirà, al cap i a la fi, sinó algú que es pren la seva persona massa seriosament? De manera sistemàtica, el dèspota intenta que els seus súbdits i els ciutadans del món sencer comparteixin aquesta visió grandiloqüent d’ ell mateix. Organitza grans concentracions d’homenatge, s’envolta d’aduladors, omple les parets d’eslògans autoglorificadors. L’atmosfera que crea és tan asfixiant que a la població només li queda una arma: la ironia, que fa banals totes les pretensions de grandesa. El monstre pot convertir aquells que domina en altaveus ambulants. Però al nostre país sabem molt bé que és més fàcil vèncer que convèncer, i que la recitació pot convertir-se en un acte colectiu de sàtira. Als bars de Malabo, als cafès de Kinshasa o a les buvetes de Bangui, durant l’apogeu de la dictadura, no faltaven les sàtires contra el monstre. Alguns dels millors escriptors africans, com William Sassine o Sony Labou Tansi, van incorporar a la literatura universal la crítica popular a l’autòcrata, fins a l’elevar-la a la seva màxima expressió. Una llei universal diu que l’ humor enfoca aquells temes que ens fan por. Així, despullant al monstre, el reduïm a la seva autèntica dimensió. En alguns llocs i en alguns moments, la rialla és sinònim de resistència.

Però aquest no és un llibre que parli tant dels oprimits com dels opressors. Els nostres personatges freguen la incredibilitat. Si no fos perquè en tenim constància històrica, si no fos perquè han estat contemporanis nostres, tindríem la temptació de negar-ne l’existència. Però eren reals. La immensa majoria van aparèixer a la segona meitat del segle XX i alguns, tot i que sembli mentida, encara es perpetuen. Seria massa fàcil atacar-los: sobrarien els motius i els arguments. En lloc d’això hem preferit cedir-los la paraula. Que siguin ells mateixos els qui es retratin tal com eren o tal com són. Amb això en tenim en prou; la desmesura arriba tan lluny, la impertinència guanya tanta volada, que un sentit d’irrealitat s’apodera del lector. I aquí tenim el risc de caure en diversos errors. Un, molt sovintejat, consisteix a pensar que monstres amb aquest grau d’esperpent són exclusius del món africà. Fins a cert punt és cert: els nostres eren i són més avorrits, però ho han compensat matant més. Un altre error seria jutjar-los com a simples salvatges. No ho eren. Si haguessin estat salvatges, antropòlegs i missioneres haurien arribat fins a ells. Però ells mai no haurien arribat a la presidència d’un país. No eren salvatges; només eren tirants.

Pallassos i monstres, Albert Sánchez Piñol

dilluns, 23 de febrer del 2009

Narcotitzats

Cada cert temps tinc la mateixa conversa. Acostumem a ser tres o quatre, a vegades les mateixes persones. Segurament estem en qualsevol bar, molt probablement, si no és hivern, en la seva terrassa. Tot flueix serenament, l’atmosfera és agradable, el mar de l’amistat oneja pacífic... Però llavors, víctima de l’abducció mediàtica de la seva època, qualsevol il•luminat pronuncia algun comentari com: “ s’ha de mirar endavant” o “no et pots arraconar al passat”.

I si bé no costa compartir unes sentències tan assenyades, sí s’ha de denunciar la ideologia que emmascaren. Una ideologia filtrada, molt subtilment, en el més profund de tots nosaltres. Doncs, darrera d’aquests tòpics gens meditats, s’hi amaga, com una serp escorredissa, una de les grans debilitats de la nostra època. La incapacitat per mirar al passat, per fer retrospeccions, per regalar una mirada al què hem estat. Estem induïts per una amnèsia col•lectiva, segurament la malaltia més popular i perillosa del s.XXI.

Si hi pensem bé—fem-ho avui perquè demà ens oblidarem de pensar—la situació és molt greu. El final de la història, ha pensat més d’un. Les guerres substitueixen altres guerres, les polèmiques tot just comencen abans d’acabar-se, les intimitats del famós de torn es vénen abans que acabi sent conegut, i per tant, avorrit. Vivim en la immediatesa, la qual cosa ens ha convertit en uns estúpids integrals. No tant perquè siguem incapaços de seguir el fil del desenvolupament, sinó perquè hem perdut la facultat d’imaginar. Ens limitem a mastegar la brossa que ens posen, ben trituradeta, a la boca. I com en els més petits, sembla que algú jugui a fer l’avioneta, o el vaixell, abans de deixar-nos-la engolir.

Recordar, reviure les experiències, filtrar la nostra experiència pel colador de la memòria, és molt important per construir-nos una identitat pròpia. Més que ser el què hem estat, som el què pensem que hem estat. Així mateix, pot ser que les personalitats avancin sovint molt més ràpid que els clixés. Recordar ens ajuda a definir-nos, a situar-nos en el món, a protegir-nos de certes coses i a confiar en les altres. La memòria és el nostra curriculum vitae. No podem renunciar-ho si de debò volem seguir nosaltres.

Només podem avançar quan venim embalats. Si hem d’arrancar cada cop des del punt mort, caurem en la impotència contínua. La nostra identitat, la nostra memòria, la nostra imaginació: són la mateixa cosa. Juntes defineixen qui som, la nostra voluntat. Per això les persones nostàlgiques acostumem a ser sensibles, i somiadores. Som conscients del què vivim, rememorem mil situacions amb la precisió del retratista. Lògicament, això no ens impedeix alterar el passat. Qui sap si precisament és la gràcia de l’experiment!!! Encara que intentem ser retratistes, dibuixar precisament cada tret del passat, sovint ens conformem amb paisatges impressionistes, ambigus.

Sí, és la nostra manera d’idealitzar la vida, fer-la sublim, i així convèncer-nos que cada pètal que hem olorat ha estat fregat per nimfes, fades i narcisos. Hem après a ser prou mandrosos per arribar a representar quadres mai viscuts. Si tenim sort, potser fem de la mentida un art, i de l’invenció exagerada un elogi a la vida intensa. Encara que sembli un paroxisme, en moltes ocasions “l’avorriment és (o causa) el veritable hedonisme”. Al capdavall, només els plaers de l’ànima ens diferencien, tan sols els goigs de l’espèrit ens comuniquen amb una “´síntesi superior de la vida”, en moments “d’elevada harmonia i bellesa”.

La nostra societat, però, segueix uns altres viaranys. Asfaltats, lògicament. Massa entusiasmada en sí mateixa, es dedica a llençar pedres als ocells que, de la carretera estant, encara poden albirar. Com l’albatros del cèlebre poema, al qui “les ales de gegant no el deixen caminar”, qualsevol desviat serà castigat pels seus prejudicis. Segurament encara no hem après a educar les persones. Més que a educar-les, a permetre que s’eduquin.

Està bé que fem callar un nadó quan plora al bus, que reprimim els seus instints per impedir que es converteixi en un mal criat. No fos cas que amb cinc anys encara haguessis de portar-lo al coll!!! Ara bé, tan bo és reprimir el nadó perquè aprengui a mantenir un control sobre sí mateix, com dolent podar els sentiments que, ja més gran, manifesti. La fina fullola de la sensibilitat, dèbil, fràgil, inconsistent, no necessita claus ni res que la subjecti. Precisament ha de desenvolupar-me espontàniament, encara quan corri el risc de partir-se en mil trossos.

Al capdavall, diuen que després d’una gran ventada, només queden els arbustos. Petits, però àgils. Els grans roures, robustos, forts i majestuosos, cauen tots vençuts per la força de la naturalesa. Només aquell prou elàstic per conèixer tot els secrets de la vida, pot seguir avançant pel seu propí camí; camí pedregós, camí més lent. Potser sí, però sense caure en un penya-segat. En tot cas, si les estrelles no l’acompanyen, potser s’hi tirarà. Però molt pitjor que la renúncia dels desafortunats, és la derrota dels encegats.

Enlloc de cultivar la bellesa, hem crescut programats per titllar de “bledes” les noies que ploren per la mort d’un elefant, o de “mariques” (sinó directament “capullos”) els nois que ploren al cinema. Molt em temo que mentre no obrim els ulls a les llums del món, mai podrem cultivar una ànima culta, asserenada, crítica. Les ciutats modernes, imperis de la lletjor i la grolleria, són el prefaci de l’apocalipsi.

En cada viatge de metro, no puc deixar de fer dues coses: pensar en la insuperable lletjor d’un 95% llarg de l’espècie humana, i en intentar trobar una princesa del 5% curt restant. Quan les trobes, el premi sembla doble. T’adones que més enllà de les parades, les alertes idiòciques i el tràfic de simis, existeixen princeses expressives. Educades a un reialme desconegut, han sabut sobreviure a la selva. Elles són la flor del món, un oasi en el desert. Submergides en un ambient gris, mediocre, contaminades pel belar alienat de la multitud, elles segueixen impermeables a tota ordinarietat.

Per un segon, abans de continuar seguint la terrible mecànica del món, les seguiries fins a la fi del món. Quan mires amb els ulls de la bellesa, no et fas preguntes, ni t’imposes condicions. Ets lliure; llavors el pensament s’excita, el cor explota, els pulmons s’inflamen, els nervis es desboquen, la sang et bull, i el cos et surt de sí mateix. Llavors la vida no pot ser millor, i estant tan bé, tot cel et sembla una farsa.

Contràriament, oblidant-nos de les princeses, oblidant-nos dels nostre setze anys, de l’emotiva timidesa que ens perseguia, deixarem tot allò més preuat. Ens convertirem en simis, sinó en robots. Personul•litats. La nostra vida inartística, crua, protocolària i cordial, acabarà aixafant-nos. Atrapats per l’horrible pes de la veritat, defallirem fins a vegetar.

Només recordarem, decebuts i molt de tant en tant, que l’art ens fascina perquè aconsegueix explicar-nos molt millor del que nosaltres mai feríem. Envejarem poder elevar-nos per sobre de la realitat, i jugar momentàniament a ser déus. Ser feres indomables, etèries, màgiques; ser capaces de vendre el nostre regne per un sol cavall.

Haurem oblidat qualsevol noció de sublimitat, ni tan sols sabrem què significa estar disposats a qualsevol renúncia per apropar-nos-hi. Completament abduïts, ja no entusiasmarem l’ànima amb la troballa d’un gest poètic, una expressió divina. Ja no ens guiarà l’amor, ni la passió ni la tendresa, ni molt menys la beutat.
Potser en un últim instant de revel•lació, ens adonarem que malgrat qualsevol caiguda, érem inaturables. Llavors, el record ens serà dolorós i preferirem caure, ja definitivament, en l’oblit més pèrfid. Evitar-nos el dolor, les punxades al cor, cada cop que revivim temps millors. Extingirem tot rastre d’esperança.

Serà així, doncs, com ensorrarem el nostre castell, com baixarem la figuera, com morirem amb un somriure d’orella a orella. Sense emoció, totalment narcotitzats.

L'últim port

Hi ha dies que tot se’t fa costa amunt. Ets sents desesmat, apàtic, adormit, sense paradisos que trobar, ni il•lusions per atrapar. Avui al metro he vist una noia molt trista. Increïblement trista.

Devorada pel cor, ancorada a l’últim port,
Espera al mariner la seva estimada

Estava repenjada a la paret, contenint-se les llàgrimes. I només per un moment, he imaginat que era la meva princesa que, des del seu reialme, m’enviava una carta segellada pels seus llavis. I he escrit una estona sobre ella...


Vaig rebre una carta inesperada. Una foto en blanc i negre. Sense text, com si malgrat els inconvenients, l’ampolla hagués arribat finalment a port.
La seva faç, amb la mirada caiguda, reflectia una vida que no espera res, una ànima que ja s’ha preguntat mil cops la mateixa pregunta. Aquella il•lusió perduda que busca, entre un milió de possibilitats, el somni que persegueix des de petita. L’agulla del paller.

Potser quan la trobi, petita com és, es punxarà. Aquell dia, si mai arriba, tot prendrà un altre caire. Les parpelles abatudes aixecaran una cortina gloriosa, els ulls refulgiran raigs d’energia, les fotos tindran per fi color. Però avui encara no és demà, i demà potser només serà la mateixa mentida que ha estat avui.
La festa, els amics, les cançons, inclòs les més deprimides de Radiohead que escolta últimament, continuaran sent fidels amants. Companys eterns pels moments de solitud i retrobament. Però llavors tot serà diferent. Les pors només seran un cau on trobar-se, el jardí on l’animal s’esbargeix.
Mentrestant, trobarà la felicitat dels petits dies. Dels moments menudets, d’una expressió fugissera. I és mirarà, com sempre diu mentre juga davant el mirall, fora d’ella mateixa. I es preguntarà quin joc macabra és la seva vida. Tornarà a preguntar-se perquè segueix les normes si no les pot comprendre. No podrà evitar pensar amb els amics amb certa decepció.
El dia que arribi la llum, ho sap molt bé, deixarà d’escriure les penes amb color violeta. Mentrestant escolta una cançó pels auriculars de l’ordinador, està escrivint sobre la merda de vida que du. I, en una explosió alliberadora, comença a gesticular amb els ulls clucs. S’estira als cabells, molt fort, fortíssim, fins que nota un dolor fantàstic.

Les respostes de la gent que volen anirmar-la, la deprimeixen encara més. És normal, només hi troba distància. Cordialitat, desitjos protocol•laris. Convenients neteges d’ànima, les accions bones del dia. Està capbussada en un sac d’arsènic. Cansada de passar per víctima, ja no sap què prefereix. Si seguir endavant enmig de la piscina o recular. Servirà un últim intent suïcida? O és de suïcides no intentar un últim intent?
A vegades voldria que la peguessin, a vegades voldria ser pegada. Un desig romàntic, una altre falsa il•lusió. L’amor no és l’exercici de la violència, tot i que l’amor sempre sigui violència en estat pur. Només la pluja aconsegueix engrescar els dies, només ella la deslliura de la seva habitació. En un petit raconet, la seva cambra..., espia al món.

Quan surti al carrer, per agafar el 26, tornarà a ser una altra més. Una cara tan estúpida com les demés. Una simi robòtic de la selva urbana. Té tanes de desfogar-se. Saber que a vegades pot canviar l’ordre de les coses. Potser ella no té també dret a la seva puça de sort?
El dia més inesperat enviarà una carta a l’espai. Buscarà vida extraterrestre, sers prou estranys que la puguin comprendre. Ossos que cruixegin, lletres que surtin de les cançons. Malgrat el seu pessimisme, sap que hi ha vida més enllà dels maniquins.

Mentre tornava, en direcció contrària, cap a la meva parada (doncs havia esperat que baixés ella primer), he pensat que tendim a rendir-nos massa aviat. Que encara que sovint el món es conjura contra nosaltres, ens hem d’aixecar. Al capdavall, sabem que si ens estanquem avui, demà estarem podrits. Hem de volar mentre encara podem.

La imprudència (Txékhov)

Piotr Petróvitx Strijin, nebot de la coronela Ivànova, el mateix a qui l’any passat li varen robar uns xancles nous, tornava d’un bateig a les dues en punt de la matinada. Per tal de no despertar la gent de casa, es va llevar l’abric amb molta cura al vestíbul i de puntetes, gairebé sense respirar, va anar cap al dormitori i es va disposar a allitar-se sense encendre el llum.
Strijin és home de vida sòbria i regular, l’expressió del seu rostre és sempre pietosa, i només llegeix llibres de temes religiosos i morals. Però al bateig, portat per l’alegria que li produïa el fet que Liubov Spiridónovna havia infantat amb tota felicitat, es va permetre de beure quatre copetes de vodka i un vas de vi, el gust del qual recordava una mica el vinagre, i una altre mica l’oli de ricí. Les begudes alcohòliques són com l’aigua del mar o com la glòria: com més en beus, més set en tens... i ara, tot despullant-se, Strijin tenia unes ganes invencibles de veure.
<Després de vacil•lar una mica, es va sobreposar a la por i es va dirigir a l’armari. Un cop oberta la porta amb tota precaució, va trobar, a les palpentes, al racó de la dreta, l’ampolla i una copa. Va servir-se, va tornar l’ampolla a lloc i llavors es va senyar i va beure. I de sobte va esdevenir-se quelcom semblant a un miracle. Amb una força terrible, com d’una bomba, Strijin es va sentir llençat de l’armari cap un bagul. Tot d’espurnes li pampalluguejaren davant els ulls, l’alè se li va tallar i per tot el cos li va córrer una sensació com s hagués caigut a un pantà ple de sangonelles. En lloc de vodka, li semblava haver engolit dinamita que li havia esbocinat el cos quan havia esclatat, i també havia fet bocins la casa i tot el carreró... El cap, les mans, tot s’havia esqueixat i havia volat a algun lloc, a l’espai, amb mil dimonis...
Va romandre uns tres minuts damunt el bagul, immòbil, sense respirar. Llavors es va alçar i es va preguntar:
--On sóc?
En retornar va notar clarament una olor molt intensa de petroli.
--Sants del cel, en lloc de vodka he begut petroli!!-va exclamar horroritzat—. Verge Santíssima, empareu-me!
De pensar que s’havia emmetzinat li venien suors una darrera l’altra. I que realment s’havia enverinat ho provava, a més de l’olor que es flairava a tota la cambra, la cremor de la boca, les espurnes als ulls, el repic de campanes al cap i els recargolaments a l’estómac. Sentia la proximitat de la mort i no es volia enganyar amb esperances il•lusòries. Així, va voler acomiadar-se dels parents i va anar cap a l’alcova de Dàixenka. (Com que era vidu, a casa hi havia com a majordoma la seva cunyada, Dàixenka, fadrinarda).
--Dàixenka—va dir amb veu compugnida tot entrant a l’alcova—. Estimada Dàixenka!

Quelcom es va remoure en la fosca i va fer un sospir profund.
--Dàixenka!
--Eh! Què passa?—va començar a dir apressadament una veu de dona—. Sou vós, Piotr Petróvitx? Ja heu tornat? I com ha anat? Quin nom li han posat a la nena? Qui era la padrina?
--La padrina ha estat Natàlia Adréievna Velikosvétskaia, i el padrí Pàvel Ivànitx Bessónitsin..Jo..., jo, Dàixenka..., em sembla que m’estic morint. A la nou nada li han posat Olimpiada en honor als protectors de la família...jo...jo, Dàixenka, he begut petroli...
--Valga’m Déu! És possible que hagin donat petroli?
--Ho confesso, volia beure vodka sense demanar-vos permís i..., i Déu m’ha castigat: sense adonar-me, a les fosques, he begut petroli...Què haig de fer?

Dàixenka, en sentir que havien obert l’armari sense el seu permís, es va eixorivir... Va encendre una espelma a corre cuita, va saltar del llit i, en camisa de dormir, pigada, ossuda, el cap ple de papillotes, va córrer descalça cap a l’armari.
--Qui us ha donat permís?—va preguntar, severa, escodrinyant l’interior del moble—. Que potser us penseu que la vodka és aquí per a vós?
--Jo...jo, Dàixenka, jo no he begut vodka, sinó petroli...-va quequejar Strijin mentre s’eixugava la suor freda.
--I qui us ha manat tocar el petroli? Què n’heu de fer, vós, del petroli? Que potser us penseu que el tinc aquí per a vós? Que us afigureu que el petroli no val res? Eh? Sabeu a quant va ara, el petroli? Ho sabeu?
--Estimada Dàixenka!—gemegava Strijin—. Ara és qüestió de vida o mort, i vós parleu de preus!
--Heu tornat gat com una sopa i heu volgut ficar el nas a l’armari—va cridar la dona, i va tancar la porteta d’una revolada, tot irada—. Oh, monstres, botxins! Sóc una desgraciada! Sóc una màrtir! No tinc repòs ni de dia ni de nit! Àspids i basiliscs, herodes maleïts! Mal us veiéssiu així a l’altre món! Demà mateix me n’aniré! Jo sóc fadrina i no us permeto que estigueu plantat davant meu mig despullat! I no em mireu quan jo no estic vestida, dic!

I da-li, da-li... Strijin sabia que quan Dàixenka s’enfellonia no hi havia manera d’aturar-la, ni amb precs o amb renecs, ni tan sols amb un tret de canó. Es va resignar, es va vestir i va decidir anar a veure el doctor. Però trobar un metge només és fàcil quan no el necessites. Després de recórrer tres carrers, després de tocar cinc vegades la campaneta del doctor Bultikhin, Strijin es va dirigir apressadament a una farmàcia: potser l’apotecari el podria ajudar. A la farmàcia, després d’una bona estona d’esperar, es va presentar un apotecari petit, bru, de cabell negre i rull, ensonyat, vestit amb un bata i amb una cara tan seriosa i saberuda que fins feia com a por.
--Què voleu?—va preguntar en aquell to que només poden parlar els apotecaris molt intel•ligents i greus, de procedència jueva.
--Per l’amor de Déu..., us ho prego!—va articular Strijin, que s’ofegava—. Doneu-me alguna cosa... He begut petroli per descuit! Em moro!
--Us prego que no us impressioneu i que em contesteu les preguntes que us faré. Just el fet que esteu tan impressionat m’impedeix de comprendre-us. Dieu que heu begut petroli? Oi?
--Sí, petroli! Per l’amor de Déu, salveu-me!
L’apotecari, amb sang freda i molt seriós, es va acostar al taulell, va obrir un llibre i es va capficar en la lectura. En haver llegit dues pàgines va arronsar una espatlla, llavors l’altra, va fer una ganyota despectiva i, després de reflexionar, va anar a la rebotiga. El rellotge va tocar les quatre. Quan les manetes marcaven les quatre i deu, l’apotecari va tornar a sortir amb un altre llibre i de bell nou es va capficar a la lectura.

--Hmmm!—va fer com si estigués molt perplex—. El fet que no us trobeu bé indica que cal que aneu a consultar un metge, en lloc de venir a la farmàcia.
--Però si ja he anat a buscar metges! I no n’he trobat cap!
--Hmmm... Als apotecaris ningú no ens considera ni persones..., ens amoïnen a les quatre de la matinada, i en canvi no trobareu ni gat ni gos que no gaudeixi del seu repòs... Vós no voleu comprendre res, us penseu que nosaltres no som persones i que devem tenir els nervis com cordes.
Strijin va escoltar l’apotecari, va sospirar i se’n va tornar a casa. A
“Ja es veu que em toca morir-me!”, va pensar.
La boca li cremava i li pudia a petroli, tenia punxades a l’estómac i l’orella li retrunyia: bum, bum, bum! Cada moment li semblava que li havia arribat l’hora i que el cor ja no li bategava...
Un cop a casa, va escriure apressadament: “Prego que ningú no sigui culpat de la meva mort”. Llavors va resar i es va allitar, i es va tapar el cap i tot. No es va adormir fins a l’alba, tot esperant la mort. Veia contínuament en la imaginació que la seva tomba es tapava amb herbeta tendra i hi acudien ocells a piular...
L’endemà matí, assegut al llit, deia a Dàixenka somrient:
--Si un hom porta una vida ordenada i regular, germaneta, no hi ha verí que el venci. I si no, mireu-me a mi. Ja tenia un peu a la fossa, em moria, i ara res. Només una mica de cremor a la boca, la gola em cou, però tot el cos està sa gràcies a Déu... I això per què? Doncs perquè porto una vida regular.
--No, això és perquè el petroli era dolent!—va sospirar Dàixenka, que pensava en les despeses i mirava fixament a un punt—. Això vol dir que el botiguer no m’ha venut petroli del millor, sinó del de copec i mig la lliura. Sóc una desgraciada, una màrtir. Monstres, botxins, mal us veiéssiu així a l’altre món, herodes maleïts!
I da-li, da-li...

dijous, 19 de febrer del 2009

Alemanys



Sovint tendim a pensar que els alemanys són uns capquadrats que només saben obeir ordres i beure cervessa. Res més fals; terra d'escriptors barrocs, poetes apassionats, i filòsofs controvertits (bé, per dir-ho clar, bastant estúpids), els alemanys han demostrat ser, en moltes ocasions, un poble valent. Encara que inclòs avui moltes persones pensin en "Hitler!" quan algú parla d'Alemanya, cal recordar la valentia amb què enfrontaren els seu passat.
Poso aquesta foto perquè crec que simbolitza el caràcter Alemany. Civilitzat, però passional.


HERMAN HESSE (El lobo estepario)

De vez en cuando me sentía inquieto y los deseos me atormentaban. Creía no poder resistir verla junto a mí sin estrecharla entre mis brazos. También esto lo notaba en seguida. Una vez estuve varios días sin aparecer; por fin volví confuso y ella me condujo a un lado y me dijo:
--No debe usted entregarse a deseos en los que no cree. Sé lo que desea. Pero tiene que saber renunciar a esos deseos o desearlos de verdad. Cuando llegue a pedir con la plena seguridad de que su deseo va a ser cumplido, éste será satisfecho. Sin embargo, usted desea y al mismo tiempo se arrepiente de ello con miedo. Hay que superar eso. Voy a contarle una historia.

Y me contó la historia de un muchacho enamorado de una estrella. Adoraba a su estrella junto al mar, tendía sus brazos hacia ella y le dirigía todos sus pensamientos. Pero sabía, o creía saber, que una estrella no puede ser abrazada por un ser humano. Creía que su destino era amar a una estrella sin esperanza; y sobre esta idea construyó todo un poema vital de renuncia y de sufrimiento silencioso y fiel que habría de purificarle y perfeccionarle. Todos sus sueños se concentraban en la estrella. Una noche estaba de nuevo junto al mar, sobre un acantilado, contemplando la estrella y ardiendo de amor hacia ella. En el momento de mayor pasión dio unos pasos hacia delante y se lanzó al vacío, a su encuentro. Pero en el instante de tirarse pensó que era imposible y cayó a la plaza destrozado. No había sabido amor. Si en el momento de lanzarse hubiera tenido la fuerza de creer firmemente en la realización de su amor, hubiese volado hacia arriba a reunirse con su estrella.

--El amor no puede pedir—dijo—, ni tampoco exigir. Ha de tener la fuerza de encontrar en sí mismo la certeza. En ese momento ya no se siente atraído, sino que atrae él mismo. Sinclair: su amor se siente atraído por mí. El día que me atraiga a sí, acudiré. No quiero hacer regalos. Quiero ser ganada.

Un tiempo después me contó otra historia. Se trataba de un enamorado que amaba sin esperanza. Se refugió por completo en su corazón y creyó que se abrasaba de amor. El mundo a su alrededor desapareció; ya no veía el azul del cielo ni el bosque verde; el arroyo ya no murmuraba, su arpa no sonaba; todo se había hundido, quedando él pobre y desdichado. Su amor, sin embargo, crecía; y prefirió morir y perecer a renunciar a la hermosa mujer que amaba. Entonces se dio cuenta de que su amor había quemado todo lo demás, de que tomaba la fuerza y empezaba a ejercer su poderosa atracción sobre la hermosa mujer, que tuvo que acudir a su lado. Cuando estuvo ante él, que la esperaba con los brazos abiertos, vio que estaba transformada por completo; y, sobrecogido, sintió y vio que había atraído hacia sí a todo el mundo perdido. Ella se acercó y se entregó a él: el cielo, el bosque, el arroyo, todo le salió al encuentro con nuevos colores frescos y maravillosos; ahora le pertenecía, hablaba su lenguaje. Y en vez de haber ganado solamente una mujer, tenía el mundo entero entre sus brazos y cada estrella del firmamento ardía en él y refulgía gozosamente en su alma. Había amado y, a través del amor, se había encontrado a sí mismo. La mayoría ama para perderse.

THOMAS MANN (L'anècdota)

Un grup d’amics havíem sopat plegats, i després, ens havíem assegut a l’estudi del nostre amfitrió. Fumàvem, i la nostra conversa era contemplativa i un poc sentimental. Parlàvem del vel de la Maia i del seu irisat efectisme, d’allò que Buda anomena “sedejar”, de la dolcesa de l’anhel i l’amargor del coneixement, de la gran seducció i la gran impostura. Algú havia fet esment del “ridícul de l’anhel”; s’havia formulat la frase filosòfica que l’objectiu de tot anhel era el triomf de món. I, esperonat per tals consideracions, algú contà la següent anècdota, que, segons afirmà, ens repetia fil per randa tal com havia succeït a la bona societat de la seva ciutat natal.
“Si haguéssiu conegut l’Angela, l’esposa del director Becker, la petita i celestial Angela Becker, hauríeu vist els seus riallers ulls blaus, la seva dolça boca, els exquisits clotets de les seves galtes, els rínxols rossos damunt les temples; hauríeu estat partícips de l’arravatador encís de la seva persona, us hauríeu tornat bojos per ella, com jo i com tothom! Què és un ideal? No és sobretot, un poder vivificador, una promesa de felicitat, una deu d’entusiasme i força, un esperó, per consegüent, i un estímul de totes les forces espirituals de part de la vida? En aquell temps Angela Beker era l’ideal de la nostra societat, la seva estrella, la seva il•lusió. Si més no crec que ningú del món al qual ella pertanyia podia prescindir d’ella, ningú no podia imaginar-se la seva pèrdua sense experimentar alhora cert menyscapte en el seu goig i la seva voluntat de viure, un perjudici immediat del seu dinamisme. Paraula d’honor que així succeïa!

Ernst Becker, un home tranquil i cortès de barba serrada i bruna, d’altra banda poc interessant, l’havia dut de l’estranger. Déu sabrà com s’havia guanyat Angela; al capdavall, però, fou seva. De primer advocat i funcionari de l’Estat, a trenta anys havia entrat a la banca, evidentment per poder oferir a la noia amb la qual volia contreure matrimoni una vida reglada i un abundós pressupost domèstic, car poc després es casà amb ella.
Com a codirector del Banc Hipotecari rebia un sou de trenta o trenta-cinc mil marcs, i els Becker, que d’altra banda no tenien fills, s’interessaren vivament per la vida social de la ciutat. Angela fou la reina de la temporada, la triomfadora dels cotillons, el centre de les reunions socials. Al teatre, la seva llotja s’omplia als entreactes de les persones que li feien visites de compliment, somrient encisades. La seva parada a les tómboles benèfiques es veia assetjada de compradors que s’agombolaven per alleugerir llurs moneders, per tal de poder besar la petita mà d’Angela i guanyar-se un somriure dels seus llavis encisadors. De què serviria titllar-la de magnífica i deliciosa? El dolç encís de la seva persona només pot descriure’s per mitjà dels efectes que causava. Havia ferit d’amor joves i vells. Les dones i les jovenetes l’adoraven. Els joves li enviaven versos i flors. Un tinent havia disparat en duel a l’espatlla d’un conseller de govern, amb motiu d’haver-se disputat en un ball un vals amb Angela. Més endavant esdevingueren amics inseparables, units per la veneració que sentien per ella. Cavallers de mitjana edat l’envoltaven després dels àpats, per tal de delectar-se amb la seva amable conversa i els seus gestos divinament picardiosos; la sang tornava a les galtes dels vells, s’aferraven a la vida, eren feliços. Una vegada un general—fent broma, és clar, però sense poder evitar la plena expressió dels seus sentiments—s’havia agenollat als peus d’ella en un saló.

Tot i això, en realitat ningú, ni home ni dona, no podia vanar-se de tenir intimitat o amistat amb ella, llevat, naturalment, d’Ernst Becker, i aquest era massa tranquil i modest, massa inexpressiu fins i tot, per a jactar-se de la seva sort. Entre nosaltres i ella hi havia sempre una respectuosa distància, a la qual cosa devia contribuir la circumstància que fora dels salons i les sales de ball, hom rarament la veia; sí, si hom hi pensava, s’adonava que aquella encisadora criatura hom gairebé no l’havia vista mai a la llum del dia, sinó solament als vespres, a les hores de llum artificial i enardiment social. A tots nosaltres ens considerava admiradors, però no pas amics o amigues: i això era escaient, car, quina mena d’ideal fora aquell amb el qual hom es tutegés?
Evidentment Angela dedicava els seus dies a tenir cura de l’administració de la casa, si hem de jutjar per la còmoda brillantor que distingia les seves pròpies reunions socials. Aquestes guanyaren gran anomenada i foren en realitat el cimadal de l’hivern: un mèrit de l’amfitriona, caldria afegir, car Becker era amfitrió cortès, però no gens divertit. En aquelles nits Angela se superava a si mateixa. Després de sopar s’asseia amb la seva veu argentada. Hom no ho oblidarà mai. Eren encisadors el bon gust, l’elegància, l’animada serenitat amb els quals organitzava la vetllada; la seva amabilitat, que irradiava pertot, es guanya els cors; i la manera íntimament cortesa i també furtivament afectuosa amb la qual tractava el seu espòs ens mostrava la felicitat, la possibilitat de ser feliç, ens omplia d’una reanimadora i delerosa fe en la bondat, semblant a la que pot oferir-nos el perfeccionament de la vida per mitjà de l’art.

Aquesta era l’esposa d’Ernst Becker, i tant de bo sabés ell apreciar tal fortuna. Si un home hi havia a la ciutat que fos envejat, era sens dubte aquest, i hom bé pot imaginar-se que sovint sentia dir als altres com n’era, d’afortunat. Tothom li ho deia, i ell rebia aquests homenatges, fruits de l’enveja, amb complaent aquiescència. Feia deu anys que els Becker eren casats; el director tenia quaranta anys i Angela prop de trenta. Fou aleshores que succeí el següent.
Els Becker donaren una festa, una d’aquelles reunions modèliques, un sopar per a uns vint coberts. El menú és excel•lent, l’ambient d’allò més animat. En servir el xampany frec, s’alça un senyor, un conco de certa edat, i fa un brindis. Homenatja l’amfitriona, la seva hospitalitat, aquella autèntica i abundosa hospitalitat fruit de l’esplet de felicitat i del desig de compartir-la. Para d’Angela, l’elogia de tot cor.

Després es tomba cap a Ernst Becker i li demana permís per a dir-li novament allò que ja sentit manta vegada: com l’envegen tots, com li desitgen felicitat i tota mena de ventures. Aleshores exhorta tots els presents a unir-se a la seva aclamació dels benaurats amfitrions, el senyor i la senyora Becker.
Ressonen els visques, tothom es posa dempeus i s’agombola per brindar amb la parella homenatjada. Però tot d’una es fa el silenci, car Becker, el director Becker, s’ha alçat pàl•lid com un mort.
Està esblaimat, i només els seus ulls són enrogits. Amb tremolosa solemnitat comença a parlar.
“Per una vegada—balboteja—per una vegada ho havia de dir! Per una vegada havia de dir la veritat, que tant de temps havia callat!—Per fi ens obriria ens els ulls a tots nosaltres, els enlluernats i seduïts per aquell, per la possessió del qual tant l’envejàvem. I mentre els convidats, alguns dempeus, altres asseguts, envolten la guarnida taula esbalaïts, paralitzats, sense donar crèdit a les seves orelles, aquell home esbossa en un terrible esclat el quadre del seu matrimoni, l’ infern del seu matrimoni.
“Aquella dona—aquella d’allí-, que n’era, de falsa, mentidera i brutalment cruel. Que buida d’amor i que repugnant. Com passava tot el dia en una degenerada i llicenciosa llangor, per a desvetllar-se al vespre, sota la llum artificial, a una vida hipòcrita. Com durant el dia la seva única activitat era martiritzar els gats amb abominable enginy. Com el turmentava a ell mateix amb els seus maliciosos capricis. Com l’havia enganyat desvergonyidament, amb els criats, amb els menestrals, amb els pidolaires que trucaven a la seva porta, fins a trenc d’alba. Com abans l’havia arrossegat a ell també a l’avenc de la seva depravació, l’havia envilit, sollat, enverinat. Com ho havia suportat tot per l’amor que en un altre temps havia sentit per aquell joglaressa, i perquè, al capdavall era solament una desgraciada digna d’infinita compassió. Com, però, a la fi s’havia sentit cansat de l’enveja, les enhorabones i els brindis, i per una vegada..., per una vegada li havia calgut dir-ho.

--Per què—cridà—no es renta mai? És messa peresosa per a fer-ho! És ben bruta sota les randes de la seva roba interior!
Dos senyors se’l van endur. La reunió es dissolgué.
Passats uns dies, Becker, possiblement després d’un acord amb la seva esposa, visità una clínica neuropàtica. Però estava completament sa, solament havia arribat al seu límit.
Més endavant els Becker es traslladaren a una altra ciutat.

HEINRICH VON KLIEST (La mendicant de Locarno)

Als peus dels Alps, prop de Locarno, a l’alta Itàlia, hi havia, propietat d’un marquès, un castell molt antic, que encara avui, rònec i en ruïnes, es pot veure quan hom baixa del sant Gotard. Era un castell amb grans i espaioses cambres, en una de les quals la marquesa havia fet posar un jaç de palla, una vegada que recollí, perquè li féu pena, una dona vella i malalta que havia trucat a la porta del castell demanant caritat. El marquès, que tornava d’una cacera, entrà per casualitat en aquesta cambra, on manà indignat que s’alcés del racó on ella jeia i que es posés darrera de l’estufa. La dona, que s’havia aixecat, s’arrossegà amb les crosses pel terra llenegós, relliscà i es ferí greument l’espinada, de manera que, després d’aconseguir d’aixecar-se amb feines i treballs i de travessar la cambra, tal com li havien ordenat, s’aclofà darrera l’estufa, planyent-se i gemegant, i morí.
Al cap de molts anys, en un moment en què el marquès, a causa de la guerra i d’una mala anyada, es trobava en una situació econòmica crítica, es presentà un cavaller florentí que estava disposat a comprar-li el castell. El marquès, molt interessat a arribar a un acord en aquest negoci, encarregà a la seva dona hostatjar el foraster en la cambra abans esmentada que havia romàs buida i que havien fet arreglar i embellir esplèndidament. Però quin no fou el desconcert dels hostes quan, a mitjanit, el cavaller, pàl•lid i trasbalsat, els anà a buscar, bo i jurant pel més sagrat que en aquella cambra hi havia fantasmes, que alguna cosa, impossible de copsar amb els ulls, fent una fressa com de palla trepitjada, s’havia aixecat en un racó i havia travessat l’habitació a passos lents i vacil•lants, però perfectament perceptibles, i s’havia aclofat, planyent-se i gemegant, darrera de l’estufa.
El marquès, espantat, sense saber ben bé per què, es rigué del cavaller fingint una gran serenitat i li manifestà que tot seguit es llevaria per passar la nit en companyia d’ell en aquella cambra. Però el cavaller li suplicà que li permetés de passar la nit en una butaca de la seva habitació, i, al matí, féu enganxar els cavalls, s’acomiadà i partí tot seguit.

Aquest incident, que provocà una impressió enorme, dissuadí molts possibles compradors, cosa força desagradable per al marquès; i com que, d’altra banda, s’escampà entre el servei de la casa el rumor estrany i incomprensible que, quan tocaven les dotze de la nit, se sentien passos en aquella cambra, el marquès, per acabar d’una vegada amb aquella història, decidí comprovar per ell mateix, la nit següent, què passava en realitat. Vet aquí, doncs, que al capvespre, es féu parar el llit a la cambra, per dir-ho així, visitada i esperà sense dormir que toquessin les dotze. Però, quin no fou el seu esglai quan, en efecte, amb les campanades de l’hora dels espectres, sentí la fressa inexplicable; era com si algú s’aixequés d’un jaç de palla i la fes cruixir, travessés la cambra i s’aclofés darrera de l’estufa, amb sospirs i ranera. Quan l’endemà al matí el marquès baixà de l’habitació, la seva muller li preguntà com havia anat la recerca; i quan ell, llançant llambregades plenes d’incertesa i espant entorn seu i després de tancar la porta amb forrellat, li confirmà que la brama de l’espectre era veritat, tota ella tremolà, com no havia fet mai abans, i li pregà, abans que s’escampés la notícia, que procedís encara una altra vegada i, ara, en companyia d’ella i amb sang freda, a un examen dels fets. Però l’endemà a la nit els dos marquesos, així com un fidel criat que s’havien endut amb ells, sentiren efectivament la mateixa fressa inexplicable i fantasmagòrica; i només les ganes incontenibles de desempallegar-se de castell al preu que fos, els donà, davant de llur criat, prou forces per a ofegar l’espant que s’havia apoderat d’ells i per a explicar l’incident per alguna causa fortuïta i sense cap importància que ells ja acabarien per descobrir. El vespre del tercer dia, quan els dos marquesos, per tal de treure l’entrellat d’aquest afer, pujaren l’escala que duia a la cambra maleïda, per casualitat es trobaren davant de la porta amb el gos, que algú devia haver desfermat; de manera que tots dos, sense preguntar-se gaire el perquè, potser amb la secreta intenció de tenir a prop, a més d’ells, encara un altre ésser vivent, es ficaren a l’habitació amb el gos i tot. Quan tocaren les onze, marit i muller, amb dues espelmes damunt la taula, la marquesa vestida de cap a peus, el marquès amb l’espasa i la pistola, que havia tret de l’armari, al seu costat, s’assegueren cadascun al seu llit; mentre maldaven per trobar un tema de conversa que no acabava de reeixir, el gos s’ajagué al mig de l’habitació, cargolat amb el sota la cua, i s’adormí. Llavors, al punt de la mitjanit, es tornà a sentir aquella fressa esgarrifosa; algú, que cap ull d’home no podia veure, s’aixecà sobre unes crosses al fons de la cambra, al racó; hom sentí la palla que cruixia sota el seu pes; amb el primer pas: clic!, clac!, el gos es despertà, s’alçà d’un bot, amb les orelles dretes, es posà a roncar com si algú se li acostés i fugí reculant cap a l’estufa. En veure això, la marquesa es precipità, amb els cabells eriçats, fora de la cambra, mentre el marquès, brandant l’espasa, cridava: “Qui hi ha?” i, com que ningú no li respongué, es posà com un boig a donar cops a l’aire en totes direccions. Ella es féu enganxar els cavalls, decidida a anar-se’n, sense pensar-s’ho dues vegades, cap a la ciutat. Però abans i tot d’haver tingut temps d’arreplegar quatre coses i de travessar el portal, veié com per totes bandes el castell s’esvorava en flamarades. El marquès, enfollit de l’espant, havia agafat la torxa i ell mateix, cansat de viure, havia calat foc als quatre costats de l’edifici, el qual, teginat com era, s’abrandà com esca. Fou endebades que lla envià gent a salvar el desgraciat; aquest ja havia trobat la mort de la manera més calamitosa, i encara avui reposen, recollits pels camperols, els blancs ossos del marquès en el racó de la cambra d’on havia ordenat que s’aixequés la mendicant de Locarno.